viernes, 23 de noviembre de 2007

Las bodas (I). El traje del invitado

Este verano voy a tener más bodas que burbujas la tónica. En principio debería estar contento, pues significa que eres importante para alguien. Es más, supone que eres tan importante que desean contar no sólo con tu presencia, sino también con la de tu sobre.

A mí, esto de las celebraciones nupciales nunca me ha gustado, de hecho me producen una atroz angustia por varios motivos: ( hoy toca la búsqueda de traje)

Todo comienza tres meses antes del evento, entonces, totalmente crédulo en tus posibilidades, empiezas a mirar todos los escaparates de las tiendas de moda esperando encontrar el modelito ideal, que nadie más va a llevar y que va a causar sensación. Tras dejar el ojo más desgastado que el carter de la furgoneta de "Loco-Mía", te das cuenta que tu sueldo, si no quieres alimentarte durante un mes a base de hierba del parque de Cánovas, no va a ser suficiente y, pedir otro crédito entre intereses, hipotecas, letras del coche, que si comienzas a traficar con órganos...!como que no!.
Total, que recuerdas aquel trajecito que compraste hace diez años para la comunión de la hija de Manolo e incluso el de tu propia comunión y decides ir a echar un vistazo al armario y..!ahí está!. Envuelto en bolsa transparente, lo ves allí colgado tomando el acta de la asamblea ordinaria de ácaros S.A. Lanzas la mano a la percha, lo descuelgas, lo tumbas sobre la cama y, como si de un ritual de apareamiento se tratara comienzas a bailar a su alrededor sin quitar la vista de él. Lo examinas como si te fueran a convalidar 20 créditos de la carrera y finalmente exclamas !Está nuevo y además todavía se lleva!.
En un intento por desafiar a la ley del espacio intentas introducirtelo. La chaqueta queda algo ajustada y las mangas alcanzan la altura del codo, pero no importa, en esos momentos te has convencido de que si la boda es en Burgos, es porque te están enviando una señal para que te reconviertas al morcillismo. Los pantalones, tras intentar abrocharlos de las formas más inverosímiles, (dando saltos o tumbado haciendo la bicicleta entre otras variedades) y sudar tinta china, se convierten en trapo para limpiar zapatos ipsofacto. (No trateis de avitarlo. Se pone en funcionamiento el detector de reciente roto que toda madre lleva encima).
En ese mismo instante es cuando te acercas al espejo y tomas consciencia de que realmente padeces una enfermedad, !anorexia!,! pues te miras en el reflectante cristal y te ves gordo!.
Ese día descubres que la fuerza de voluntad existe y que la virgen de Fátima... !también!. Comienzas a idearte una dieta, que en breve periodo de plazo dejará tu tripa más plana que el encefalograma de Rajoy y que lo único por lo que tendrás que desembolsar dinero será por la corbata (aunque también le das vueltas al hecho de que ahora se llevan los trajes sin ella).
La primera semana es excepcional, cumples con tus horarios deportivos y la ensaladas cubren tus platos en los horarios de comida. Logras perder 1 kilo y ya parece cumplido el milagro. Te crees una sílfide abdominilizada, por lo que puedes permitirte el lujo de comerte un helado. !Hombre, ya que nos hemos saltado la dieta, nos la saltamos en condiciones!...!Pues sí, tres meses saltandotela, es saltartela en condiciones, si!. !De hecho ahora pesas dos kg más que cuando la empezastes!.
Ya, tras haber pasado de tí durante el transcurso de este patético periodo tempo-personal, tu pareja o tu madre (que menos mal que están las madres), después de disfrutar como brujinas, expectantes de tu estrepitoso fracaso, es cuando se acercan con una sonrisa de oreja a oreja, más cargada de sorna que de diablo las armas, y, vacilantes te exhortan (Eso sí, con mucha sutileza) a comprar el traje:-"! He visto un conjunto precioso para ti, que podrías utilizar para la boda de Pepe y que seguro que somos la atracción de la fiesta"!- no te quedan más cojones que ir al banco, a la tienda, acordarte de los santos de todo el género femenino, preguntar a los índigentes como lo hacen para sobrevivir, y finalmente !Comprarte el puto Traje!.
Por supuesto, tras haber avalado el "smoking" con la hipoteca de tu piso, cuando el día D llega, tras pasar 15 horas perfeccionando el nudo de la corbata, entras en la iglesia y ves a Juanito: -!"Coño, Juanito, como me gusta tu traje"!- el otro, con cara de gilipoyas y engurruñando la naríz responde -!"Toma, como que son iguales"!-.

6 comentarios:

Hector Lisero dijo...

¿Has pensao en ir alguna vez al club de la comedia?
Mu bueno y ademas una verdad como un templo, se podria añadir que incluso hay gente que se compra el traje un mes antes y q le esta a punto de reventar para en ese mes hacer la dieta milagro y que le acabe de entrar.

jandro dijo...

Eso dicen, pero son casos extrañísimos y yo no tengo constancia de ellos.
Creo que lo que tu comentas ha sido catalogado como leyenda urbana.
Un abrazo.

pericles dijo...

Muy bueno,tan real como la vida misma

jandro dijo...

viniendo de un pensador clásico he de considerarlo todo un halago. Muchas gracias.

Javier Prieto dijo...

Gracias por participar en mi blog, te enlazo te enlazo al mio
creo que no nos conocemos soy de Piornal, lo que pasa que estudio en Salamanca y por eso no he podido participar tan de lleno en la pasada campaña, este año que estoy más libre, ya me escapré a ayudaros
un saludo y ha ganar

Atenea dijo...

Cuanta razón…lo peor de todo esto es que después de tomarte todas esas molestias, nadie recae en tí, ya que ni eres el novio, ni eres la novia. Entonces te preguntas, ¿para qué tanta parafernalia?...

Saludos.