miércoles, 8 de enero de 2014

Indultando, que es gerundio

Hoy Guillermo Fernández Vara pedía en su Twitter un acuerdo para erradicar los privilegios políticos y los indultos a los condenados por delitos de corrupción. (Pantalla Print a riesgo de que me llamen chapuza)


La petición del que fuera presidente extremeño está bien, aunque a mi juicio se queda corta.

Respecto a la cuestión de los privilegios hablaré otro día (si me apetece y quizá desmitificando algunos inexistentes) pero si ahondaré algo más en el tema del indulto pues me parece muy interesante que se abra ese debate a escala política.

El indulto es una figura de gracia que consiste, en síntesis, en no sufrir la aplicación de una condena recaída sobre una conducta tipificada como delito en el código penal, o dicho de otro modo, que eres un delincuente, lo sabemos, lo proclamamos, pero no te castigamos o en lugar de quedarte sin merienda y sin Barrio Sésamo te quedo sólo sin bocadillo. (No es que se perdone el delito como en la amnistía, que además puede ser general y éste no)

Hasta aquí la figura tiene un cierto sentido, pues puede haber comportamientos que no sean tan deleznables como para llevarte a la silla eléctrica (que a ver quien paga el mantenimiento con la nueva subida) y cuestiones de diversa índole que exijan sufrir una pena menor o no sufrirla directamente, pero decía que tenía sentido únicamente hasta aquí y me voy a explicar

El indulto lo otorga el rey a propuesta de ministerio de justicia previo informe NO VINCULANTE del tribunal sentenciador. Esto significa que será el ministerio de justicia quien determine qué indultos proponer al rey para que éste, sin entrar en valoraciones, conceda.

Esto implica en determinados supuestos, especialmente en los de corrupción, que sea una persona afectada de forma directa o indirecta (su partido político, pj) o con intereses o relacionada con el condenado quien perdone.

En definitiva, se hace necesaria una modificación de esta figura, no su supresión, pero sí una regulación que no permita al poder ejecutivo ostentar, al menos de forma legal, también el judicial.

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