viernes, 8 de febrero de 2008

deporte y DEPORTE

Acabados ya los carnavales, hay quien se resiste a abandonar ese mundo de fantasía y color, y deciden prolongar la fiesta por su cuenta y riesgo. Mientras unos creen que pueden estar por encima de la ley y, que el "conocimiento de la norma exime de su cumplimiento" y se van a cantar su chirigota a la F.I.F.A, otros prefieren disfrazarse de Juan Sin Vergüenza y llorar porque o lo echan o no se presenta a su sustituto.
Al tiempo de estas vanalidades futbolísticas, acontece en Vitoria el espectáculo festivo-deportivo por excelencia: La Copa del Rey de Baloncesto.
Durante cuatro días ocho aficiones en una sola cancha se unen y conviven para animar a los colores du alma, dibujando ilusión, alegría y diversión de la buena, de esa sana, y no paródica.
Hoy se ha producido la primera sorpresa cuando el Bilbao, dirigido a la perfección por Vidorreta desde el banquillo y Salgado y Huertas sobre el parqué y capitaneado desde las alturas por Weis, ha vencido al todopoderoso Barça. El conjunto catalán adolece de dirección, quizás porque Ivanovick nunca creyó en la magia (ya a Navarro se le veía triste el año pasado), y no se decanta por darle el timón a Pepe Sanchez, ni da libertad a sus escoltas. Problema que se agraba porque sus pivots parecen mimos sujetos por una asfixiante jarcia a la bombilla el 5 y a la línea de fondo el 4.
El partido de apertura ha sido un espectáculo digno de aplauso. El TAU se ha acabado imponiendo a un dignísimo rival, como ha sido Unicaja y, sólo en los últimos segundos ha conseguido abrir una pequeña brecha en el marcador, que le ha permitido respirar el aroma de la victoria. Los basconianos han recuperado a un Sergi Vidal, que desde su lesión llevaba dos años de calvarios, que le impedían recobrar esa forma que le hizo debutar con la selección, a la que quizás regrese de continuar su línea ascendente.
Estos Vitorianos son para mí los máximos favoritos, en tanto que el Madrid ha perdido para la Copa ha su torre Lázaro, y a pesar de la incorporación de Iker Iturbe, carecerán de un cinco nato y, la rotación dentro del poste bajo será escasa, cosa que en un torneo tan acelerado se acaba apagando.

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