Montados en el AVE decido llamar a Andrés para informarle de nuestros avances. Anteriormente lo había hecho para hacerle saber que una sorprendida era una monja ardiendo.
Al cabo de un rato recibo un mensaje en el móvil. Noemí Villagrasas sopesó como mejor opción enviarme un texto encriptado. El descodificador me lo había olvidado en casa y resultó dura la tarea de desencriptarlo, aunque al final lo conseguí: "Lo mejor es que Luis está aquí" podía leerse en mi celular. Primero pensé que se trataba de un error de destinatario, pero al cabo de un rato, al recibir su segundo sms, mi cuerpo se estremeció y mi bello corporal se erizó hasta tal punto que, cuando una compañera se apoyó en mi pecho temí por su integridad facial: !Luis Salaya estaba en Zaragoza!, pero...¿por qué?. ¿Una jugada de fontanería tal vez?. ¿Una invitación de algún compañero para que se fuera a disfrutar de la Asamblea?...ummm Eran muchas las dudas que me empujaban a sospechar que algo raro se cocía. Cogí el teléfono, marqué su número y escuché:- !Dime Jandro!- -¿Qué coño haces en Zaragoza?- pregunté. -!Estoy con mi familia!- -!Ya, a Noe le vas a hablar tú de lluvia!-...Y así nos tiramos un rato hasta que dijo: -!Espera, te paso a mi madre!-. Creí que era una treta y me hablaría alguna chica cuya voz reconocería inmediatamente. !Efectivamente, así fue!. Escuché a una mujer al otro lado y reconocí ipso facto su tono: !Era su madre!. De este modo, tras oír su: "Dime", exclamé: !Coño pues es verdad que estás con la familia!.(Sí, se lo dije a ella).
El resto de la película de Buñuel transcurrió en el autobús fletado por la organización con el fin de transportarnos hasta las orillas del Ebro, dónde se levantaba un estiloso y suntuoso bar con su correspondiente terracita adecuadamente ornamentada.
Subimos al bus, nos sentamos el ya mencionado Julito Zarza y yo por separado ante las inquisitivas miradas de Laura Garrido, Ernesto y Sandra. Al darnos cuenta de sus dubitativas caras tuvimos que explicarnos y reconocer que se trataba de una estrategia. Consistía en dejar el asiento libre para que se sentara alguna chiquilla a nuestro lado.
Comenzó a subir gente y más gente pero nadie se arrimaba a mi "escaño", mientras que una "niña" rubia ocupó el anejo al del zarceño. Los compañeros continuaban entrando hasta que arrancó el autobús con el descojono generalizado ante los resultados de mi estratagema y contra mi persona.
Emprendimos contentos el trayecto a pesar de todo. Intenté sumergirme en conversaciones ajenas a ver si a través de mis escasas dotes sociales alcanzaba a entablar amistad con alguna nueva persona. Al tiempo que metía la oreja en una plática que me venía como anillo al dedo, Javier Igareda cogía el micrófono e iniciaba una arenga acerca de como discurriría la noche. Al acabar le pedí que contara un chiste y él me invitó, incluyendo mi nombre en la invitación, a hacerlo yo. Ahí se produjo el segundo momento "Picassiano". Súbitamente Reinó el silencio durante dos segundos y de repente se produjo el estruendo. Mi corazón quedaba paralizado tras él y mi cerebro incapaz de reaccionar. Una estentórea eclosión de júbilo estalló junto a mi oreja derecha. !Era la reencarnación de Penélope Cruz abriendo el sobre en los Óscar!, Belén Esteban una mañana cualquiera era, era, era...Sylvia gritando: !Tú eres el de los chistes!.
2 comentarios:
anda, no había leído yo esto.
Que bueno. Y todo tal cual pasó, pero falta tu versión de la asamblea ;). Esa donde había gente seria, de la que no se rie nunca, y que parece q esté siempre enfada.
Besos.
la que nunca se ríe.
Ruth, eso vendrá en Zaragoceando III, que prometo acabarlo.
Besitosssss
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