Dentro de cuatro días dará comienzo uno de los mayores espectáculos del siglo XXI, el Mundial de Fútbol. Ya está todo preparado para el gran evento: las selecciones con las incorporaciones de última hora para sustituir a los lesionados, los árbitros con sus camisetas homologadas por la D.G.T, magnánimos estadios levantados sobre un territorio famélico, Jefes de Gobierno y de Estado amnésicos, presidentes y representantes federativos procedentes de la voluntad divina. !No falta de nada en Sudáfrica!, de hecho se cuenta hasta con la entrañable amenaza terrorista contra los equipos de Dinamarca y Holanda y miles de paupérrimos sudafricanos anhelantes de ver balompié. Hasta tal punto llega su deseo, que no les importa arriesgar su integridad física embistiendo contra todo lo que se ponga por delante sin pensar en las consecuencias.
Los romanos hablaban en sus tiempos de pan y circo, ahora se habla de circo únicamente. Un país eminentemente pobre organizando un espectáculo que cuesta millones y millones de euros, dólares o de unidades monetarias equivalentes.
Se trata de una nación con cinco millones de enfermos de V.I.H, con una fuerte explotación sexual y dónde no permiten el reparto gratuito de preservativos o, al menos, se impide cerca de los estadios y zonas de turismo adinerado.
Sobre el cesped de las costosas construcciones se concentrará más dinero (bueno,casi) que el ostentado por el propio Estado organizador. Y en sus palcos, sin escatimar en gastos, se repartirán alimentos para aquellos que gozan de gran salud credicticia, olvidando a aquellos que día a día mueren de inanición.
Nosotros, mientras tanto, gritaremos gol levantandonos de emoción porque el cuero a traspasado una línea de cal dibujada entre dos palos y bajo un larguero.
!Sinceramente, todo esto me parece una auténtica vergüenza y una vejación a la condición de ser humano!.
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