Cáceres, ciudad que alberga un excelso Patrimonio Histórico y una belleza sin igual, aspirante a ostentar el título de capital cultural en el 2016, pudo ver como su sueño quedaba truncado a las 17:35, más o menos, de ayer.
La decisión del jurado produjo gran irritación, no sólo entre los mangurrinos de pro, sino entre todos y todas los extremeños/as. Caras de decepción y comentarios hirientes, más producto de la impotencia y la rabia que de otra cosa, sucedieron a la proclamación pública de otras villas como finalistas.
Entiendo el comportamiento aunque no lo comparto, pues creo que lo principal para aspirar a ser cualquier cosa relacionada con la cultura es el respeto, tanto a las demás candidatas, como a las reglas del juego. Especial tirón de orejas se merecen parlamentarios, representantes del pueblo que deben dar ejemplo, que se desahogaron... !y bien!, a través de las redes sociales.
Desde mi punto de vista, que Cáceres se haya quedado en el camino hacia la capitalidad no es ningún fracaso. Son muchas las cosas que se han hecho para potenciar la cultura, las añadidas al fabuloso patrimonio del que ya gozaba. Sirvan el Ecj, el Palacio de Congreso o Helgar de Alvear como meras referencias. Son miles de ciudadanos los beneficiados por tantas y tan cosas, tantas y tantas obras, proyectos o proyecciones culturales. Se trataba de una meta que ha unido a toda una Comunidad Autónoma, crear un sentimiento de identidad y creer en Extremadura (Cosa que nos cuesta horrores).
Entiendo, que desde este momento, lo que hay que hacer es unirse y trabajar por mejorar aun más, no sólo Cáceres, sino nuestra región en general. Vienen nuevos retos, nuevos objetivos que pondrán a Extremadura en lo más alto del mapa y si queremos, !podemos!.
!Porque nosotro lo valemos y porque Cáceres 2016 no es sólo un proyecto, sino una realidad!
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