Con el café vertido sobre mis azules menorquinas salgo corriendo hacia el lugar de encuentro. Se había hecho tarde y corríamos el riesgo de perder el tren. Al fin, jadeando por el calor y peso de la maleta llegué al punto acordado. Me informan de que aprovecharíamos para ingerir unos deliciosos y rápidos bocadillos antes de partir para la capital de España. El camarero ayudó a tan necesaria celeridad sacrificando allí mismo al cerdo, cortando los filetes, exprimiendo las aceitunas reconvirtiéndolas en aceite y mostrando sus habilidades en materia de alfarería, fabricando la vajilla ante nuestros expectantes y enervados ojos.
Para compensar la pérdida de tiempo salimos a gran velocidad dispuestos a tomar la autovía dirección Madrid, pero Manu, alias El Brújulo, previendo atascos en la entrada, nos sorprendió atajando por Plasencia, que a pesar de contar con 300 kilómetros más de recorrido, era un camino con el que te ahorrabas no sólo minutos, sino horas. No contento con eso, se empecinó en seguir a un coche negro, al que al tomar la salida hacia la ciudad placentina, propinó una sonora pitada para indicarle que se equivocaba de trayecto. Nos pusimos a su altura para indicárselo y súbitamente la perplejidad se apoderó de nuestros ojos, pues no llevábamos tanto tiempo conduciendo como para que a Pedrito le hubiera crecido un bigote más poblado que el de Javier Azcargorta.
Al fin llegamos a Getafe, aparcamos los coches, nos subimos al cercanías que iba en dirección contraria a la nuestra, una mujer nos avisa y por suerte cogimos el adecuado. Llegamos a Atocha, Julito y yo nos levantamos pero ahí estaba Brújulo para vociferar: -¿Otra Jandrada?, !qué esta no es nuestra parada!- -!No, nuestra parada es quella señorita que está en el I.N.E.M, no te jode!-. !Menos mal que Julio estaba igual de atento y desprende una mayor credibilidad orientativa!. (La mías está injustamente denostada por un caballo).
Surrealista la mañana, pero llegar a la cafetería del AVE y sentir como de repente una chica se te abalanza a darte un abrazo, levantar la vista y ver que conoces al noventa por ciento del vagón cafetería, lo fue más. !Allí estaba Naza con toda la federal de JJ.SS!. (Tuve que aguantar algún vituperio contra el humor moralo, pero he de reconocer que me amenizaron el viaje).
2 comentarios:
Si es que no conocéis los mejores atajos de España... Menos mal que estoy yo para orientaros.
juas juas juas. !Menos mal, sí!.
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