miércoles, 12 de septiembre de 2007

Sonia

El ring del despertador la tira de la cama. Son las 16 horas de un día cualquiera del mes que ustedes quieran. Sonia se acostó a las ocho de la mañana por motivos laborales.Encendió el teléfono móvil, que le comunicó siete llamadas perdidas, siete mensajes de contratistas corporales, que deseaban cerrar trato con ella. La meretriz se puso en contacto con ellos, y cerró el acuerdo para el cumplimiento del contrato en el lugar y la hora convenida. Es un pacto, como cualquier otro de los que se catalogan como jurídicos, pero quizás este se haya firmado con una segunda parte, que a la sociedad repugna. Es tan odiada y produce tanto asco, que todos los días tiene más de 30 llamadas.
Sonia es consciente de que los cardenales son parte de su vida, unos corporales y otros del corpus. Tiene miedo al administrador de sus beneficios, de embarazos sin buscarlos y de algún raro contagio.
Ella tiene un talón de facturas, que está deseando rellenar estampando su firma y completando los huecos de I.V.A. Cotizar a hacienda, tener derecho a paro, a beneficios administrativos, a protección penal y a ser dueña de su vida.
Esta loba capitolina mira con recelo las noticias, un alcalde maneja información privilegiada para favorecer a la empresa de la que forma parte ( No sé a que moralo pueblo me recuerda esto), consigue un brutal enriquecimiento y eso no está castigado

1 comentario:

Luis Salaya dijo...

Ya he escrito en mi blog, esta noche puedes dormir tranquilo jeje.

Way el post.